Wednesday, January 31, 2007

De Esperas...

I
Penélope hilaba los años en la rueca del tiempo. Atizbaba el ponto con ojos cansados y tristes. Cuando él llegó, muchos años después, pregunto por ella. Nadie le supo decir nada. Entonces, tomo por esposa a la hermana del rey. penélope salió de su escondite. Se dió cuenta tarde que la larga espera había sido una ilusión tonta.
Esa misma noche, los perros tragarón hambrientos sus despojos.

II
penélope espero por él un tiempo. Se mantenía ocupada hilando en la rueca e imaginando las aventuras del amado, esos peligros al acecho, que tendría que sortear. Los días se convirtierón en meses, los meses en años. Esa mañana Penélope despertó cansada, ojerosa, harta. Se quitó el luto del alma y comenzó a observar a los hombres. Cuando él llegó muchos años después, no pregunto por ella, no le buscó; porque sabía que le esperaba en casa. Cuando abrió la puerta, no había nadie. Ni rueca, ni hilo, ni hijos y ni ella. En el pueblo cuentan, que un día agarro sus pertenencias y cambio de destino; ahora ella, era mujer del enemigo.

III
A Penélope él la encontró ajada, sucia, ojerosa, con canas. Ella le miró con el corazón en los ojos. Y fué en esa primera mirada, cuando ambos se dierón cuenta que ya nada era igual. Esa noche durmierón uno al lado del otro dándose la espalda. La mañana siguiente, Penélope volvió a su rutina diaria:
la rueca y el hilo Él, comenzó a indagar nuevas propuestas heroicas por venir.
Joel LangarikaPuertoVallartaJaliscoMéxicoCRDReservadossept2005

Sunday, January 28, 2007

COCO...

Coco, salió apurada, poniendose la mantilla y el colorete palido en las mejillas de cartón, por el pasillo y dejando la puerta de la recamara abierta, con pasitos menudos, acomodada la mantilla y el colorete, buscaba presurosa las llaves del viejo portón de madera. El sol del mediodía inundaba el patio y las gardenias pedían con sus petalos blancos, casi marchitos agua. Barrabás el perro enclenque, echado junto a la pileta de agua, levanto la cabeza al oir a su ama y movio sin ganas la cola, para volver a cerrar los ojos y echar la vieja cabeza en el enlozado añejo. Todo olía a viejo en esa casa, los ochenta años de Coco, los roperos con vestidos enmohecidos, los pájaros sin trinos, los corredores con sus paredes empapeladas y cayendose...La juventud de la casa y de Coco se habia ido lentamente y con pesadumbre. La casa sin voces, y la voz de la dueña; oxidada entre rezos y labores propias de una señorita decente: bordar y tejer primorosamente para otros. El reloj en el campanario anunciaba las doce en punto, con sus campanadas y el vuelo de palomas en la plaza, Coco seguia apresurada las sombras de las otras que se dirigian a la Iglesia, saludando a unas siguio su camino, "ay diosito, dame fuerzas, dos cuadras más, dos cuadras más, que no se vaya, que no se vaya" repetía quedamente, haciendo mutis y dando pasitos largos. Cuando llegó al consultorio, el Doctor estaba a punto de cerrar la puerta, se detuvo cuando miro a la vieja alzar la mano y con ojillos suplicantes mirarlo. Abrió de nuevo y entro la anciana. En el locutorio, tras la mesa de madera que servía de escritorio, el joven doctor escuchaba atento los malestares de Coco y con sus ojos azules cansados, la observaba detenidamente. Coco parecia ajena al mundo y su boca no paraba de dar explicaciones. Dos meses, con todos sus días, desde que el joven doctor llegará al pueblo ese, abandonado de la mano de Dios, lleno de viejas decrépitas, de polvo y sol incendiario; había escuchado el mismo argumento, las mismas molestias, las mismas palabras, por eso, sin premeditar y concientemente, justo en la frase: "Doctorcito, es que son estos calores "noturnos" que no me dejan!", el joven doctor de los ojos azules, se levanto como resorte y expetó: "Mire anciana, de lo que está enferma Usted, es de ganas!, le hace falta un buen macho que la monte y se le acabarón todos sus problemas! " Coco, abrio la quijada, y como pudo se levanto, dandole la espalda al doctorcito, salió más rápido y con más prisa que cuando venia a verle. El portón se abrió en aquella casa desvencijada, chirriarón sus postigos, espantando a las gallinas, y Barrabás con la cola en alto moviendola, saludaba a su ama. "Saquese perro cabrón, no estoy pa´que me muevan la cola!" Cerrando la puerta Coco se dirigio murmurando hacia la sala: "pos ni que estuviera tan guapo....pa´mi que ni curar sabe!" JoelLangarikaPuertoVallartaJaliscoMéxicoCRDReservadosnov2006

Sunday, January 14, 2007

COMO PALO DE GALLINA...

Morir es una cuestiòn de tiempo o de ganas. No sè, pero en el caso de Arturo era el tiempo el que apremiaba. Solìa decir que la vida era una verdader belleza y la muerte la coronaciòn de la misma, siempre y cuando amigo mìo- decìa- se muera apaciblemente. Por eso, cuando me llamaròn esa tarde con la noticia de su muerte, lo ùnico que hice fue beberme un buen trago de tinto en su honor y sonreìr por el tiempo compartido.Pero fue màs tarde, dos o tres dìas despues, cuando supe que Arturo se habìa ido de este mundo tal cual era: gruñon, valemadrista, malhablado y cascarrabias, en fin, que se habìa ido en todo su esplendor a pesar de la debilidad que su enfermedad le entregaba, ademàs de su cuerpo enjuto: "Puès mira tù, que justo dos minutos antes, con su voz dolida me dijo, mientras le acomodaba la almohada: "Madre...oye esto" " Y empezò a respirar y se le escuchaba el pecho como un trenecito destartalado, como si fuera un motor todo jodio, ay mi hijo" "Oye madre...oye ese sonido" "Y pues yo, le decia que no, que no escuchaba y el dale y dale respirando y ese trenecito destartalado, ese sonido a flemas y mocos y quien sabe que jodidos pues! y que me dice: "Puta madre pues, que esta màs chingada que yo!" "Y que estira la pata mijo! yo por no hacerlo sentir peor y decirle si, si lo estoy escuchando, sali como los palos de las gallinas; toda cagada!" Y no pare de reir en un buen rato, la muerte se lo llevo como quizo y como habìa sido; todo un cabròn gruñon y quisquilloso. JoelLangarikaPuertoVallartaJaliscoMèxicoCRDReservadossep2006