Saturday, August 26, 2006

PAULITA

Paulita caminaba por la avenida observando aparadores. El vestido rojo, acentuaba su figura, el colorete y el labial hacian juego al color mismo de su atuendo. Se detenía en los aparadores, miraba su imágen, sonreía, abría la boca y se miraba los dientes, del bolso, extraía el carmín y se lo aplicaba por enésima vez. Acomodaba el vestido corto, que le llegaba más arriba de lo normal, parecia una microfalda pegada a al torso cubierto de tela roja; que Paulita usaba. Las zapatillas eran altas, y se ufanaba ella, de que erán de la mejor marca. El pelo suelto, entintado con " Brown sun color" como le había dicho, Pili, su peinadora. Aretes grandes y vistosos. Y Paulita seguía recorriendo la avenida con sus grandes tiendas departamentales y boutiques de lujo. Se movía con seguridad, quería que la observarán, que le admirarán. En los aparadores, mercancía varia, estallaba en los ojos de Paulita: "Window shopping" susurraba cuando se detenía en los ventanales. Entonces, en uno de ellos, miró más allá de la ropa, más alla de las telas y collares y zapatos, ahí estaba él, como aparición; Paulita sonrío y entró a la tienda. Paulita era coqueta, conocedora de lo que un cuerpo puede hacer en la mirada masculina, caminaba como barca en altamar, contoneando de más las caderas, ayudada por las zapatillas altas, que siempre usaba. Entonces, cuando entró, la coquetería y el timbre mecánico que sonaba cada vez que alguién empujaba la puerta de esa tienda, ayudarón para que él la observará detenidamente, Paulita lo miró y sonrio coqueta, él respondio a la sonrisa y no desvió la mirada. Resuelta y al observar que no le quitaba la vista de encima, ella, se fué acercando lentamente, hacía como que miraba una tela, un vestido, una blusa y de reojo observaba que él seguía con la vista fija en ella. Paulita se sonrojaba, más por coquetería que por el hecho mismo de ser observada detenidamente. Él se fué acercando a ella y de pronto pregunto su nombre, Paulita giró a verle, toda sonrisas y abanicandose con las grandes pestañas postizas llenas de rímel "humo de amor # 9" le había dicho Pili al aplicarselo. Le dijo su nombre, y coqueta extendio la mano con una gran sornisa. "Qué guapo es usted y que presencia tiene" dijo ella y el hombre se sonrojó y miró a todas partes, balbuceo una respuesta que no llegó a oración, pero después de un largo silencio dijo: "¿Me podría hacer un gran favor?" Y Paulita obsequiosa dijo si. "Es que, miré creó que son de la misma talla y si usted, es tan amable de medirse este vestido, sería de gran ayuda" Paulita no dejó de preguntarse quién era "ella", si su esposa, o su novia, a alguna amante esperandolo dispuesta a enterrarse en los brazos y en el cuerpo de ese buen mozo, pero con preguntas y todo, Paulita salió del vestidor, modelando, contoneandose, abanicandose con las pestañas, taladrando con la mirada azul a ese ejemplar de macho, que la hacía mover sus caderas y acercarse a él provocativa. El hombre, un tanto nervioso, veía a la mujer acercarse, demasiado cerca para su comodidad, por instinto se alejaba unos milímetros, porque si no lo hacía, los labios de ambos se unirían, solo aspiraba el perfume intenso de la mujer y miraba a todos lados; menos a Paulita. "Gracias...Sí, creo que si le quedará" por fín dijo él y Paulita sin dejar de sonreír le guiño un ojo mientras se dirigía al probador de damas, entró, se despojo del vestido y otra vez se puso su mini-vestido rojo, pero esta vez; lo alzó un poco más para que aquel extraño admirará un poco más de sus piernas. Él estaba en la línea de caja, con el vestido y otras cosas, cuando Paulita salió, lo buscó hasta encontrarlo, se dirigio a él y sonriendo encantadoramente le pregunto: "Bueno guapo, no me has dicho tu nombre, ¿Cómo te llamas? y al tipo de nuevo se le sonrojo la cara mientras le decía su nombre. Paulita entonces, le pregunto lo que quería saber desde antes, desde antes de entrar al probador y calzarse en ese vestido. "Lo que pasa, mire usted, es que... Tiene la misma estatura y aunque ella tenga un poquito más de peso, son de la misma complexión y al verla entrar, me disculpará mi atrevimiento, pero como verá, los hombres no tenemos ningún arte, para las compras y menos, cuando se trata de mujeres" Paulita impaciente, lo miraba y sonreía. "Y bueno, pués decidi al verla, pedirle se probara el vestido, para no tener que llevar uno con talla más grande o uno con talla más chica...Pero fué de gran ayuda, son casi de la misma complexión... A mi abuela le va a encantar el vestido" Y paulita salió de esa tienda con los labios apretados, los ojos encendidos, el cuerpo caído y la cabeza baja. Le habían caído de repente, sus sesenta y cinco años cumplidos; en un segundo. PuertoVallartaJaliscoMéxicojoellangarikaene/2005DRCR

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