Sunday, August 27, 2006

UNA ROSA ROJA(floreciendo en la espalda)

Yo no ví, cuando...No sentí...bueno, sí, sentí el piquetito de la espina, como si la raíz se abrierá...Y luego, es como si entrarás a un túnel, largo, largo...Yo no ví luz, ni ví el final del túnel. Y luego, se siente uno livianito, livianito, como si de aire fueras, como si fueras tú mismo nada, sientes las cosas pasar por tí, y luego ese caminar de regreso, pero no te cansas, porque es como si te subieras a una montaña rusa y con el miedo cerrarás los ojos, pero no dejas de ver las cosas, lo que sucede, lo que sucedió. Vas de regreso caminando, con ese frío del desierto por la noche, y luego con el miedo a las víboras a las alimañas, y con una sed de mierda que tienes que aguantar, todos cabizbajos, pero con la esperanza puesta en la vida nueva, en el poder, si, en el poder ese que te dan las ganas de salir adelante, comprarle cosas a tu familia, que no les falte pan, que no les falte nada...Y luego las mañanas, con los pies hinchados y la ropa sucia, con el sudor, ese hedor de todos, con el hambre, pinche hambre, los más, nos aguantamos las ganas, otros apenas y si pueden compartir un mendrugo de pan duro y unas gotas de agua, hacinados, todos juntos, para hacernos sombra,aunque en este pinche desierto no se vea más que matorrales enanos y son peligrosos, no por las espinas, por las víboras que se esconden en ellos, como el guatemalteco que todos vimos morir, cuando se le ocurrio agazaparse entre ese arbusto espinoso y nomás oímos su grito de terror y dolor, y luego vimos ondularse entre la arena a la cascabel...Y seguir caminando, escondiendonos de los gringos, todos juntos, con miedo y esperanza, con hambre y sed y apestosos a orines y sudor, y seguir caminando, en la noche esperada, todos callados, como lata de sardinas y el calor de esa "troca" con doble fondo...Y luego la tristeza y las lágrimas de esa mujer que el maldito pollero dejo a la deriva, ¿pero que haciamos? su criatura empezó a llorar y la mayoría le pedía que lo callará, y ella le tapo la boca y luego todo fué silencio...hasta que pasamos la frontera sin problemas y luego nos bajarón en el desierto...La criatura murió asfixiada y el maldito pollero dejo a la mujer ahí...y la veo con los ojos cerrados. Seguimos en el camino...la carretera es una lata, muchas curvas por donde sea, el paisaje sigue siendo agreste, el desierto es enorme, apenas y pueblos pérdidos, como en el que bajamos a comer algo y saciar la sed, algunos supimos que esa carne era de equino, creo que de esas mulas viejas que nadie quiere...Y pués con hambre todo es bueno. Y la carretera que parece no tener final...El camión es de esos nuevos, con televisión y baño. El recorrido es largo, me han dicho, dos días de aquí a la frontera, pero he ahorrado durante dos años, para poder pagarle al pollero, tengo que salir de este pueblo que se muere de hambre y de sed, y donde Dios nos tiene olvidados, ni una gota de agua, para la cosecha, aquí la cosecha es desesperanza y aburrimiento y rezos a todas horas. Le he dado un beso a mi madre, la he visto con ojos llorosos, no quiere que la deje sola, ya ninguno de mis hermanos le escribe, ni le manda dinero, mi padre jamás volvió de los "iunaites", es como si se lo hubiera tragado la tierra y luego le siguierón mis hermanos, a los dos meses enviarón dinero, y así durante dos meses más, pero luego, dizque se casarón y ya no supimos de ellos...Mi madre me dice adios con el corazón en los ojos que se le sale echo agua, yo tengo ganas de llorar pero me aguanto, no quiero que me vea llorar, no ahorita, no hoy... Yo no ví nada, no oí nada...bueno sí, un pequeño zumbido como de abejorro, y luego esa espina que me nacía en la espalda, yo pienso que el abejorro buscaba la miel de la rosa que me estallaba...Yo creo que era una rosa, una rosa roja, muy roja; como la sangre... Mi madre llora...Pero la voy perdiendo de vista. La montaña rusa ya se ha parado y me voy quedando dormido sin sueño...mis ojos empiezan a ver oscuro, como color tierra, como si la tierra me entrará en los ojos, como polvo, como si me fuera quedando dormido, pués, sin sueño... -"Doña Petra, no lloré, ya no lloré"... -"Y como no llorarlé a mijo pues´n, como no llorarle y maldecir al que le metió la bala allá, lejos de mí...allá...Malditos gringos"...
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Saturday, August 26, 2006

PAULITA

Paulita caminaba por la avenida observando aparadores. El vestido rojo, acentuaba su figura, el colorete y el labial hacian juego al color mismo de su atuendo. Se detenía en los aparadores, miraba su imágen, sonreía, abría la boca y se miraba los dientes, del bolso, extraía el carmín y se lo aplicaba por enésima vez. Acomodaba el vestido corto, que le llegaba más arriba de lo normal, parecia una microfalda pegada a al torso cubierto de tela roja; que Paulita usaba. Las zapatillas eran altas, y se ufanaba ella, de que erán de la mejor marca. El pelo suelto, entintado con " Brown sun color" como le había dicho, Pili, su peinadora. Aretes grandes y vistosos. Y Paulita seguía recorriendo la avenida con sus grandes tiendas departamentales y boutiques de lujo. Se movía con seguridad, quería que la observarán, que le admirarán. En los aparadores, mercancía varia, estallaba en los ojos de Paulita: "Window shopping" susurraba cuando se detenía en los ventanales. Entonces, en uno de ellos, miró más allá de la ropa, más alla de las telas y collares y zapatos, ahí estaba él, como aparición; Paulita sonrío y entró a la tienda. Paulita era coqueta, conocedora de lo que un cuerpo puede hacer en la mirada masculina, caminaba como barca en altamar, contoneando de más las caderas, ayudada por las zapatillas altas, que siempre usaba. Entonces, cuando entró, la coquetería y el timbre mecánico que sonaba cada vez que alguién empujaba la puerta de esa tienda, ayudarón para que él la observará detenidamente, Paulita lo miró y sonrio coqueta, él respondio a la sonrisa y no desvió la mirada. Resuelta y al observar que no le quitaba la vista de encima, ella, se fué acercando lentamente, hacía como que miraba una tela, un vestido, una blusa y de reojo observaba que él seguía con la vista fija en ella. Paulita se sonrojaba, más por coquetería que por el hecho mismo de ser observada detenidamente. Él se fué acercando a ella y de pronto pregunto su nombre, Paulita giró a verle, toda sonrisas y abanicandose con las grandes pestañas postizas llenas de rímel "humo de amor # 9" le había dicho Pili al aplicarselo. Le dijo su nombre, y coqueta extendio la mano con una gran sornisa. "Qué guapo es usted y que presencia tiene" dijo ella y el hombre se sonrojó y miró a todas partes, balbuceo una respuesta que no llegó a oración, pero después de un largo silencio dijo: "¿Me podría hacer un gran favor?" Y Paulita obsequiosa dijo si. "Es que, miré creó que son de la misma talla y si usted, es tan amable de medirse este vestido, sería de gran ayuda" Paulita no dejó de preguntarse quién era "ella", si su esposa, o su novia, a alguna amante esperandolo dispuesta a enterrarse en los brazos y en el cuerpo de ese buen mozo, pero con preguntas y todo, Paulita salió del vestidor, modelando, contoneandose, abanicandose con las pestañas, taladrando con la mirada azul a ese ejemplar de macho, que la hacía mover sus caderas y acercarse a él provocativa. El hombre, un tanto nervioso, veía a la mujer acercarse, demasiado cerca para su comodidad, por instinto se alejaba unos milímetros, porque si no lo hacía, los labios de ambos se unirían, solo aspiraba el perfume intenso de la mujer y miraba a todos lados; menos a Paulita. "Gracias...Sí, creo que si le quedará" por fín dijo él y Paulita sin dejar de sonreír le guiño un ojo mientras se dirigía al probador de damas, entró, se despojo del vestido y otra vez se puso su mini-vestido rojo, pero esta vez; lo alzó un poco más para que aquel extraño admirará un poco más de sus piernas. Él estaba en la línea de caja, con el vestido y otras cosas, cuando Paulita salió, lo buscó hasta encontrarlo, se dirigio a él y sonriendo encantadoramente le pregunto: "Bueno guapo, no me has dicho tu nombre, ¿Cómo te llamas? y al tipo de nuevo se le sonrojo la cara mientras le decía su nombre. Paulita entonces, le pregunto lo que quería saber desde antes, desde antes de entrar al probador y calzarse en ese vestido. "Lo que pasa, mire usted, es que... Tiene la misma estatura y aunque ella tenga un poquito más de peso, son de la misma complexión y al verla entrar, me disculpará mi atrevimiento, pero como verá, los hombres no tenemos ningún arte, para las compras y menos, cuando se trata de mujeres" Paulita impaciente, lo miraba y sonreía. "Y bueno, pués decidi al verla, pedirle se probara el vestido, para no tener que llevar uno con talla más grande o uno con talla más chica...Pero fué de gran ayuda, son casi de la misma complexión... A mi abuela le va a encantar el vestido" Y paulita salió de esa tienda con los labios apretados, los ojos encendidos, el cuerpo caído y la cabeza baja. Le habían caído de repente, sus sesenta y cinco años cumplidos; en un segundo. PuertoVallartaJaliscoMéxicojoellangarikaene/2005DRCR

Thursday, August 24, 2006

ROOF TOP


Salió apurada, sabía que la hora de la cita estaba llegando, con las horas perdidas en el parque, en el salón de belleza, en las manos prodigiosas de Teté la masajista, en aquel café del barrio cuatro, en esas prisas de la gente por la calle y en ese intoxicante humo de los cacharros que transitaban por todos lados, dejando una estela de cuervos sin alas y sin cuerpo; tan etéreos como un suspiro añejo. Entonces, fué nombrando a voz baja el nombre de cada uno de sus amantes, y repitió el de aquel con el que perdió la virginidad, aquel de olor sensual a hombre viendola fijamente entre los vitrales del estudio fotográfico del padre. Silbó el tono aquel de la campanilla de la puerta de entrada que anunciaba la entrada y camino por la acera apurada, dando grandes pasos, como aquellos, cuando con palabras resueltas atacó el rubor de sus mejillas...Repitió de nuevo el nombre ese, en un gemido inconcluso y jadeante. Llegó al edificio de departamentos, subió al ascensor atiborrado. Alguién pregunto que piso. Con voz de niña mimada pidio el "roof top", sintió el hueco en el estomago mientras subia: quince, veinte, treinta y cinco; roof top. Con un dolorcillo en el pecho salió al aire vespertino, que le pegó de lleno en la cara, le infló los pezones, le sacudió el sexo; la llevo por el sendero del sol ocre que dibujaba naranjas y mandarinas en el mortero o regalaba sombras perezozas en las esquinas del último piso. Ahi estaba, como lo recordaba, con la sonrisa de niño y los ojos tan negros como nunca, el mismo peinado, la misma camisa alba y almidonada, los pantalones oscuros... Alzó la mano, no importó barrera alguna contra su arrojo. Ya no estaba ni la madre, ni el padre y ni la abuela. Ya no estaba nadie que le impidiera pertenecer del todo a ese hombre, al que había esperado siempre desde aquella tarde en el reducido baño del estudio fotográfico de papá. El aire, furioso, golpeaba sus cabellos, en un remolino los enredaba, elevaba el vestido, se metia entre su cuerpo y el espacio. Nora anuncio su muerte en los periódicos en primera plana. Una mancha carmesí inundaba el pavimento treinta y cinco pisos abajo de aquel edificio condominial donde habitaba. En su condiminio, por toda explicación encontrarón la fotografía sepia de un hombre adusto mirando fijamente a la camara y la fecha en tinta mil novecientos cuarenta y cuatro. En un cajón del buró, un diario tan antigüo como la foto.
"Estoy harta de la soledad y el amor perdido"
Con firmes y grandes letras, en la última página del diario; Nora se despidió del mundo.
Joel Langarika PvallartaJaliscoMex/8/5/2001CDR

Wednesday, August 23, 2006

ALICE EN WONDER....JUAT?

Ser una caricatura de sí mismo es fácil. Por eso, Alice juró dejar atrás conejos que corrieran sin razón aparente, sombrereros que sirvierán té exactamente a las cinco, orugas que fumarán como enajenadas, tabaco, hachís o sabrá qué mierda. Juró fervientemente jamás volver a los jardínes dónde se encontrara reina alguna vestida ridículamente con corazones y jugara golf con palos rosas. Por eso, esa tarde, cuando entró a los almacenes Harrods en Londres, y avistó inmediatemente el departamento de interiores, supo que algo había cambiado en ella. Por la noche, se miraba en los espejos de aquel restaurante en la calle de Picadilly del brazo de aquel hombre que le contara secretos al oído y veía el reflejo de esa nueva imagen: Sonreía de oreja a oreja, mostrando sus nuevos atributos.
Alice lucía fantástica en Wonderbra.
PuertoVallartaJaliscoMéxicoCR8/5/04